La necesaria armonización de la empresa y de la familia en la Empresa Familiar

Si algo caracteriza a las “Empresas Familiares” es el reto compartido de mantener un equilibrio entre los intereses de la empresa y los que son propios de la familia o de los individuos que conforman ésta. Los temas estrictamente personales que afecten a cualquiera de los socios familiares, por muy graves que éstos sean, no deben menoscabar el proyecto empresarial. La “Empresa Familiar” puede, y debe ser, no solo un espacio de creación de riqueza para los socios familiares sino también un lugar donde poder encontrar respuestas a los múltiples acontecimientos que se dan en cada una de las vidas particulares de los miembros de la familia, pero nunca anteponiendo los intereses de éstos a los del propio proyecto empresarial.

Sin perjuicio de lo anterior, evitar que la familia se resienta como consecuencia de un anormal funcionamiento de la empresa también es un objetivo. Aquellas decisiones que afecten a la estrategia empresarial, como la decisión de invertir en una nueva línea de negocio, aprobar una ampliación de capital o incorporar al trabajo a algún hijo o familiar de cualquier socio familiar, son cuestiones que deben debatirse en los órganos específicos de la empresa previstos para ello -junta de socios o consejo de administración-, teniendo en cuenta los propios intereses de la familia, en su conjunto, que deben ponerse de manifiesto a través de los órganos de gobierno de la familia, por ejemplo consejos de familia.

Dotar a la familia de consejos o comités de gobierno distintos a los de la “Empresa Familiar” es una medida necesaria que permite generar espacios de comunicación efectivos entre las distintas ramas de la familia y armonizar los intereses de la familia con los de la “Empresa Familiar”.

La imagen siguiente pretende ilustrar lo que hemos querido decir. Dos universos distintos –familia y empresa- que deben armonizar los distintos intereses que confluyen en la “Empresa Familiar”:

 

El espacio compartido representa a todas aquellas cuestiones que, por afectar tanto a la familia como a la empresa, deben de ser abordadas de forma conjunta.

La forma de gobierno de las sociedades de capital viene regulada en la Ley de Sociedades de Capital, donde se exige la existencia de órganos adecuados a través de los cuales se adoptan las decisiones de gobierno que mejor correspondan al desarrollo del objeto social de la empresa. Sin embargo, para las cuestiones que tienen que ver con la familia no existe una regulación específica, más allá de normas que tienen que ver con la regulación de las relaciones paterno filiales o conyugales, que son de aplicación a las familias en general, y que se encuentran en el Código Civil o legislación foral o autómica. Por ello, en la inagotable casuística que es propia de las empresas familiares, se han establecido diferentes formas de gobierno de la familia propiamente dicha, mediante la constitución de diferentes órganos familiares, tales como la asamblea familiar, el consejo de familia, comités de protocolo o de la experiencia, que pertenecen a la acción creativa de las familias empresarias.

El “Protocolo Familiar”, documento que sienta las bases de la continuidad de la “Empresa Familiar”, es el documento que, entre muchas otras cuestiones, trata del gobierno de la familia. Así, la asamblea familiar suele ser el órgano compuesto por toda la familia que sirve para mantener la unión familiar así como escenario de comunicación donde tratar de cuestiones generales que afecten a la familia en sus relaciones con la empresa; el consejo de familia suele ser el órgano ejecutivo de la familia, estando integrado, de forma habitual, por un representante de cada rama familiar, con la finalidad de hacer llegar a los órganos de gobierno de la empresa, normalmente el consejo de administración, las inquietudes de la familia en relación con el devenir de la empresa y su desarrollo, así como la satisfacción de los intereses familiares.

Además de ello, otros de los principales objetivos del “Protocolo Familiar” suele ser la fijación de reglas que garanticen la continuidad de la “Empresa Familiar” dentro de la familia; constitución de los canales más apropiados para mantener una relación armoniosa entre los miembros de la familia, potenciando los canales de comunicación, y estrechando y acercando las relaciones personales entre sus miembros; y, cómo no, alinear los intereses familia-empresa de un modo satisfactorio e integrador.

 

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